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Existe un debate abierto sobre si las criptomonedas y el blockchain -la tecnología que impulsa el sistema- están transformando el mundo o son sólo otra burbuja económica. El auge y la caída de bitcoin y ethereum se han convertido en objeto de fascinación global, generando discusiones en las que se mezclan profecías de renovación y reforma social con promesas de riqueza instantánea.

El boom del precio de las criptodivisas, que apareció el año pasado entre una avalancha de ofertas iniciales de monedas (I.C.Os), vino acompañado de un aumento proporcional en la cobertura mediática con noticias y reportajes sobre lo que podría suponer un nuevo tipo de dinero, además de las posibilidades que presenta el blockchain aplicado a otros campos. De hecho, para algunos expertos es precisamente el concepto de la cadena de bloques el que tiene el potencial de cambiar radicalmente los sistemas con los que se lleva cualquier registro de transacciones y datos.

Pero a esa vertiginosa subida de los precios de 2017 la siguió una larga caída que, llegado este verano, hizo temer por el futuro de todo el sistema de criptodivisas. El bitcoin, la moneda más popular, ha visto reducido su valor desde los 19.200 dólares de diciembre de 2017 a 6.500 dólares a principios de octubre, lo que supone un retroceso del 66%. En el caso de ethereum, su principal competidor, alcanzó su máxima cotización en enero de este 2018 (1.380 dólares), pero en la actualidad se sitúa en 220.

Desregulación y dudas
Esa oscilación del valor de las monedas digitales se debe en gran medida a la especulación, de acuerdo con los expertos. La esencia misma de las criptodivisas, que son activos desregulados y no vinculados a ningún banco central que pueda respaldarlos, hace que estén expuestas a cualquier fluctuación de la cotización, provocada por un aumento súbito de la demanda y por una oferta limitada por diseño. Además, al igual que ha ocurrido con burbujas bursátiles e inmobiliarias, algunos usuarios que se vieron atraídos por ofertas dudosas han acabado por perder mucho dinero.

Pero tanto el boom como la caída ilustran extremos de una discusión continua sobre lo que las criptomonedas y sus fundamentos tecnológicos pueden aportar. Grandes figuras del mundo de las finanzas califican de “fraude” -o, en el caso de Warren Buffet, de “matarratas”- a las criptomonedas y recomiendan a los inversores mantenerse alejados. En una línea algo menos alarmista un informe reciente de Barclays resumía su visión sobre este mercado: “las criptomonedas pueden tener sitio en los rincones de la economía mundial con menos confianza [en los sistemas], pero la adopción más amplia de estas tecnologías se enfrenta a desafíos críticos y a fuertes competidores”. El informe concluye que “el interés especulativo en las monedas digitales puede haber alcanzado ya su punto máximo”.

Un nuevo tipo de Internet
Mientras, los fieles de las criptomonedas y algunos grandes inversores continúan su labor. Algunos de los desarrolladores detrás de las principales divisas virtuales siguen creyendo en la construcción de una infraestructura financiera y computacional global alternativa; una nueva forma de manejar el dinero y la identidad, un sistema que describen como una versión mejor y más descentralizada de la World Wide Web -una Web 3.0-.

Esta versión sería más acorde con la promesa original de la Red y menos con el paisaje de gigantes y monopolios en los que se ha convertido. Un nuevo sistema -que pueda aplicarse en todo, desde la banca hasta la atención de la salud y la alimentación mundial– para sustituir al antiguo o al menos una alternativa sin fronteras, independiente del control estatal y de la explotación por parte del Big Tech.

Fuente : Panda