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Es indudable que, tras la invención del teléfono, Internet ha sido el invento que más ha colaborado a facilitar la comunicación entre las personas. Esta forma de comunicación, que recientemente cumplía 46 años desde su nacimiento con la red ARPANET,  permite que dos internautas, a miles de kilómetros, puedan estar en contacto a través de mensajería escrita o correos electrónicos, pudiendo incluso intercambiar archivos de todo tipo, pero también posibilita mantener videoconferencias que permiten, a los interlocutores, verse y escucharse en tiempo real.

Esta bondad de la red también es conocida por los ciberdelincuentes que como siempre utilizan los medios necesarios para llegar a nuestros bolsillos. En esta ocasión lo harán a través de nuestra propia Webcam, aprovechándose del gran agujero de seguridad humano, la confianza.

Esta vez, los ciberdelincuentes, buscarán víctimas varones para sextorsionarles.

La historia de nuestra entrada de hoy comienza con una nueva solicitud de contacto que nos llega a través de nuestros perfiles en redes sociales. Normalmente la solicitud será de una atractiva mujer residente en otro país y nos llegará a través de Facebook, aunque también nos puede llegar a través de redes sociales para profesionales, como lo es Linkedin. En esta última red social el comunicante se asegura que su víctima pueda tener un nivel social y económico elevado y una amplia red de contactos, lo cual será ideal para lo que está tramando.

Una vez aceptado el contacto nos solicitará mantener una videoconferencia para conocerse personalmente y “mejor”. Comenzada la comunicación, por Skype, Hangtout, etc.,  nuestra bella comunicante solicitará que nos “mostremos” más íntimamente, incluso será ella la que inicie el “streaptease virtual” para darnos mayor confianza y convencernos para que le mostremos lo más íntimo de nosotros e incluso animándonos a auto complacernos mientras ella nos observa.

Poco va a durar nuestra aventura de cibersexo, pues en el momento que nuestro ligue tenga el material suficiente, que habrá capturado mientras manteníamos nuestra especial videoconferencia,  desvelará sus verdaderas intenciones, y nos amenazará con publicarlo, y comunicarselo a nuestros contactos de la red social donde nos contactó, salvo que aceptemos el pago de una importante suma de dinero.

Por supuesto el pago deberá realizarse a través de Western Union, Moneygram, o cualquier otro medio de pago que facilite su anonimato. Pagar no siempre significa librarse del problema, puesto que a veces solo indica al delincuente que puede pedirnos más dinero, y… lo hará.

En el mejor de los casos, y activando nuestro modo irónico, las imágenes visualizadas corresponderían con una mujer real, pero normalmente se tratará de videos preparados al efecto.

Ni que decir tiene que las personas que hayan sufrido este tipo de sextorsión son víctimas, entre otras actividades delictivas, de los delitos de amenazas, coacciones y/o contra el honor. Delitos considerados como privados, resultando imprescindible la denuncia de la parte afectada ante cualquier centro judicial o policial para que se puedan investigar los hechos.

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